Hace unas semanas hablábamos en otro artículo de las rutinas de calentamiento y de concentración que deberíamos respetar al principio de una sesión de estudio o como preparación antes de un concierto. Es fácil caer en la tentación de empezar a tocar el repertorio que tenemos que estudiar tras apenas haber preludiado durante unos segundos, pero lo único que conseguiremos así es tropezarnos, en frío y sin la concentración necesaria, con las dificultades que la obra presenta. Esto puede condicionar toda la sesión de trabajo o el resultado del concierto.
Con la intención de ofrecer una opción clara, concisa y completa para el estudio de la técnica —ya sea como calentamiento o para profundizar en alguno de sus aspectos—, en los artículos de esta semana ofreceremos una serie de consejos que formarán parte, junto con una propuesta concreta de ejercicios en los que poderlos aplicar, del Cuaderno de Estudio que se publicará el próximo viernes.
El viernes tres de abril se publicará en esta página el Cuaderno de Estudio completo, que incluirá las explicaciones aquí ofrecidas y una guía de estudio.
Se podrá descargar de forma gratuita y compartir libremente citando al autor.
Los ejercicios propuestos para cada día, como los que hoy se ofrecen a modo de ejemplo, se abarcan de un vistazo en dos páginas y pueden realizarse con comodidad en unos quince minutos, lo que representaría una buena —pero breve— sesión de calentamiento. En el apéndice del cuaderno se explica cómo desarrollar cada uno de los ejercicios para profundizar en cada uno de los aspectos de la técnica hasta completar una verdadera sesión de estudio, y también para evitar la monotonía.


Los aspectos básicos en que hemos dividido la técnica son tres:
- Sonido.
- Digitación.
- Articulación.
En ellos y en su interrelación están incluidos todos los demás. Por ejemplo: la afinación es una parte del control del sonido, la flexibilidad en los saltos es una combinación de control de la emisión y agilidad en la digitación, la articulación depende tanto de los movimientos de la lengua como del control sonido y de la columna de aire.
Es cierto que cada uno puede idear sus propios ejercicios, improvisarlos o ir cambiándolos día tras día para dar variedad a esta parte de estudio, pero muchas veces —sobre todo en la etapa de estudiante— hace falta un poco más de disciplina y seguir un plan preestablecido que no dependa únicamente de la propia voluntad. Si además ese plan puede verse por escrito y con una estructura bien definida el trabajo será más fácil de realizar.
Ya existen múltiples métodos de escalas y de técnica —puntualicemos que al hablar de métodos para el estudio de la técnica no nos estamos refiriendo a los libros de estudios como Barret, Brod, Luft, Ferling, Gillet y otros similares, que tienen un cierto contenido musical sin llegar a ser obras propiamente dichas, sino a los que se dedican a los aspectos más básicos del dominio del instrumento. Sellner podría ser una opción muy útil en este sentido—, pero en la mayoría de los casos abarcan de una forma tan exhaustiva todas las tonalidades, intervalos y dificultades del instrumento que corremos el riesgo de perdernos dentro de ellos. También los hay que se concentran únicamente en la digitación y la dificultad sin contemplar otros aspectos tan básicos como puede ser la calidad de sonido.
La intención del Cuaderno es precisamente evitar una complejidad y dificultad innecesarias y hacer hincapié en los recursos que realmente necesitamos para dominar nuestro instrumento.
En resumen: ofrecer una guía breve pero completa que oriente y organice el estudio.
En el artículo de mañana explicaremos cómo realizar los ejercicios de sonido, el miércoles hablaremos de la agilidad y velocidad de la digitación, el jueves de la articulación y el viernes ofreceremos algunas explicaciones generales, además del cuaderno completo.
Utilizo esta manera de estudiar con mis alumnos y para mí mismo. Confío en que os sirva de ayuda.
JMR