Hace un tiempo que con este artículo empezamos —nada menos que en noviembre de 2014, tempus fugit— una serie que iba recorriendo diferentes aspectos de la técnica del oboe tales como:
- La producción y control del sonido.
- La articulación.
- La afinación.
- El mecanismo y la digitación.
En estos artículos veremos una serie de consejos para trabajar cada uno de estos aspectos aprovechando el tiempo de la forma más productiva posible, nada más oportuno en estos días de confinamiento hogareño —precisemos que estamos revisando este artículo en marzo de 2020 en pleno apogeo del COVID-19, por si alguien lo lee más adelante—.
Como en cualquier viaje de largo recorrido, nada mejor que empezar por el principio: la columna de aire. Se han escrito infinidad de trabajos acerca de la columna de aire y su importancia para tocar un instrumento de viento. Es probable que no describamos nada nuevo, pero sí que podamos ayudar a distinguir entre las diferentes partes que la forman y la función de cada una de ellas, y dirigir la atención a una forma de trabajar específicamente dirigida a los instrumentos de doble caña como el oboe y el fagot.
Cuando se habla de la columna de aire siempre se insiste —casi de forma monográfica— en el uso del diafragma y en el apoyo que el aire debe tener en él. Pero al igual que una columna en arquitectura tiene su base, su fuste y su capitel, la columna de aire tiene varias partes, cada una con un uso bien diferenciado. Si olvidamos esta diferenciación y nos concentramos únicamente en el trabajo de la respiración diafragmática como la panacea que resolverá todos nuestros problemas estaremos perdiendo una excelente oportunidad de dominar realmente nuestra forma de tocar y una gran variedad de recursos que nos permitirían realizar los ajustes más finos con un esfuerzo menor. Hoy daremos una visión general, y en posteriores artículos incidiremos con más profundidad en cada una de las partes.
Es indudable que la base de una buena emisión en cualquier instrumento de viento está en una correcta cantidad de aire apoyada de forma controlada en el diafragma. Esta forma de respirar libera de tensiones la parte alta de los pulmones y con ello la musculatura de la zona de los hombros y del cuello.
Una vez se ha inspirado, el peso del tronco sobre la vertical del diafragma basta para que el aire salga por sí solo. En un instrumento que gasta tan poco aire como el oboe o el fagot —¿habéis conseguido alguna vez vaciaros totalmente tocando? Apuesto a que no— no hace falta hacer ningún esfuerzo suplementario para soplar, basta con dejar que el aire salga. No obstante, un buen apoyo en el diafragma es básico para mantener un flujo regular del aire con la ventaja de que nos proporciona un fiato muy prolongado.
Al trabajar ejercicios de respiración y de notas tenidas es preferible hacerlos sentados, porque la leve presión de las piernas sobre los músculos abdominales ayuda a reconocer fácilmente si el apoyo es el correcto. Si queremos hacer notas filadas —pp-p-mf-f-ff-f-mf-p-pp— basta con incrementar suavemente el apoyo hacia abajo para hacer el crescendo y aligerarlo para llegar al pianissimo, siempre manteniendo un mínimo flujo de aire para que no se corte el sonido. También se pueden utilizar variaciones del apoyo en el diafragma para acentuar notas o para tocar con vibrato, pero estos serán temas tratados en posteriores artículos.
Contemplando todo el sistema de emisión globalmente, la respiración diafragmática funciona como un depósito del que deriva toda la sucesión de tuberías conectadas —la garganta, la boca, la caña, el oboe o el fagot— que lleva hasta el otro extremo de la columna de aire. Pero al igual que el agua no llega a nuestras casas directamente desde el depósito que está en la montaña ni nos duchamos abriendo sus compuertas y necesitamos una serie de válvulas que regulen ese caudal, adapten su presión y nos la lleven a nuestros grifos en las mejores condiciones, precisamos de unos mecanismos que nos permitan modular el flujo del aire. El aire que llega desde el diafragma aún no está preparado para hacer sonar el instrumento porque no todas las notas o intensidades de sonido necesitan la misma cantidad y velocidad de aire. Necesita algo más de elaboración.
En primer lugar el aire proviniente de los pulmones pasa por la garganta —que procuraremos que esté bien abierta para lograr un sonido amplio y con proyección—, pero esto tampoco será suficiente: quizá sí lo sea para las notas del registro grave, pero para las notas medias o agudas que necesitan más presión debemos hacer ajustes. De no hacerlo se nos quedarán bajas y descentradas.
Pero dentro de la garganta tenemos —afortunadamente— una magnífica herramienta que nos permite controlar la altura del sonido sin esfuerzo: la parte trasera de la lengua.
Como principio general, las notas agudas necesitan más presión que las graves —o más velocidad de aire, cono prefiráis expresarlo. Una es la causa y la otra el efecto—. Si al aire, que es un fluido, le obligamos a pasar por una tubería más estrecha, ganará en presión y velocidad. Pero esto, como la mayoría de las cosas, se puede hacer de dos manera: bien y mal:
- Si apretamos con la embocadura el sonido sube, pero lo estaremos amordazando. Por otro lado, si estrechamos la garganta perderemos proyección.
- La forma correcta consiste simplemente en elevar un poco la parte trasera de la lengua —como al cantar oooooeeeeeiiii….—. De esta manera estaremos elevando la altura del sonido sin perder ninguna de sus otras cualidades.
Ahora ya tenemos el aire preparado: tenemos la cantidad —de la que depende su intensidad— que nos proporciona el apoyo en el diafragma y la presión o velocidad —de la que depende su afinación— que hemos controlado con la parte trasera de la lengua. Solo nos falta conducirlo hasta la caña. La embocadura tiene una función de embudo, de introducir ese aire preparado sin que se dispersen sus cualidades por el camino. Para eso la embocadura tiene que sujetar suavemente la caña, presionando muy ligeramente con las comisuras de los labios, pero dejando libre la parte central. Los músculos faciales se encargan de conducir hasta la caña la totalidad del aire, sin hinchar los carrillos para no perder presión ni descontrolar el sonido. Una embocadura bien controlada nos permite, además, jugar con el sonido: oscurecerlo, o hacerlo más brillante, o buscar colores, en definitiva, hacer que el sonido del instrumento sea nuestra propia voz.
Esta no ha sido más que una breve introducción al tema. En otros artículos profundizaremos en la respiración, en el uso de la lengua para la emisión, en la embocadura y propondremos ejercicios de gran utilidad.
Si tenéis alguna duda o queréis alguna aclaración, no dudéis en poneros en contacto conmigo.
Ánimo.
JMR
¡Buenas tardes! Gracias por las publicaciones, son muy buenas. Tengo una duda y quisiera saber si podría ayudarme, soy estudiante de oboe, toco desde hace 5 años, voy a grado superior, pero en todo este tiempo siento que no he aprendido a respirar de manera correcta o eficiente, siento que no mantengo el soporte o apoyo y no sé cómo controlarlo, pues empiezo a sentir mucha tensión en la espalda, cuello y hombros al acabarse el aire, y en general siento muy tensa esa zona, a pesar de que he sentido la respiración diafragmática y tratado de hacerla cada que toco y de dirigir el aire. ¿Tiene algún consejo u ejercicio? Creo que la misma tensión que siento, es por no respirar correctamente, aparte siento mucho cansancio después de tocar. ¡Muchas gracias de antemano!
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Hola, Ana. Gracias por tu comentario. Me alegro de que el blog te parezca interesante.
Es muy difícil contestar en pocas líneas a la consulta que me haces, pero lo intentaremos. Cuando se siente una tensión excesiva en la zona del cuello y de los hombros normalmente es debido a que se hace un esfuerzo excesivo y generalmente innecesario para «echar» el aire, cuando lo más eficiente es «dejarlo salir». Para ello es importante sentir el apoyo en el diafragma en la inhalación, como dices que ya haces, pero también mantenerlo a todo lo largo de la espiración en su grado justo, sin dejar que se suba, lo que te obligaría a controlar el flujo de aire más arriba y te cargaría de tensión en la zona de los hombros, pero tampoco haciendo una fuerza excesiva hacia abajo (antes se decía que había que hacer fuerza como al ir al baño, lo que es completamente exagerado), que también te cargaría de tensión. Te puedo aconsejar que hagas notas tenidas solo con la caña, con la nota y el volumen que ésta te proporcione sin esfuerzo (puede variar según su dureza y abertura). Repite hasta que realmente sientes que el aire «sale», no lo empujas. Una vez conseguido esto puedes jugar con el apoyo para que la nota sea un poco más fuerte o piano. Ten cuidado de que el apoyo, mayor o menor, sea siempre hacia abajo y hacia afuera.
Aunque sea poco elegante, te puedo decir que en el libro que publiqué este curso tienes varios ejercicios al respecto. Si lo tienes y te quedan dudas no dudes en volver a escribirme.
Saludos
JMR
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Hola Juan Mari
Imagino que estos articulos de cómo controlar el aire son totalmente aplicables para tocar el clarinete.Utilizar apoyo diafragmático para liberar zona superior y que el aire salga por sí solos ha sido información privilegiada para mi.
Es un artículo muy bueno
Gracias
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Buenas tardes, Toni:
Me alegro de que el artículo te haya gustado. Todos los dedicados a le técnica de sonido son perfectamente aplicables a cualquier instrumento de viento, haciendo las oportunas adaptaciones en cuanto a cantidad y velocidad del aire, porque los mecanismos utilizados y las partes del cuerpo implicadas son las mismas en todos ellos.
Si quieres alguna aclaración o proponer algún tema no dudes en escribirme. Será un placer contestar.
Saludos
JMR
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