Apuntes de técnica II. La columna de aire (2ª parte. La base)

architecture-4852456_1280En el anterior artículo describimos brevemente las diferentes partes que forman la columna de aire y la utilización que de cada una de ellas podemos hacer para dominar la emisión del sonido con nuestro instrumento. En el que revisamos hoy —publicado inicialmente en enero de 2015— nos centraremos en la base de esa columna: una correcta inspiración y el apoyo en el diafragma.

El principio básico de una respiración correcta es una buena inspiración, sin duda, pero siempre adaptada a las necesidades reales que tiene nuestro instrumento. En este sentido, el oboe tiene ciertas peculiaridades que lo diferencian del resto de los instrumentos de viento. La diferencia fundamental es que consume poco muy aire comparado con el resto de instrumentos.

Podemos hacer un breve experimento para comprobarlo: nos vaciamos completamente de aire y, sin volver a inspirar, empezamos a tocar cualquier frase larga. Comprobaremos que es perfectamente posible. Eso si, a costa de perder estabilidad y calidad de sonido y arriesgarnos a sufrir un mareo.

También podemos hacer el ejercicio contrario: hacemos una inspiración completa cogiendo la máxima cantidad posible de aire, e intentamos encadenar varias frases de una duración razonable respirando siempre de esta manera. Veremos que el principal problema que tendremos es deshacernos del aire sobrante antes de volver a llenarnos de aire oxigenado. Seguramente a la tercera frase estaremos tan mareados o más que en el primer ejercicio.

En muchos tratados acerca de la respiración en los instrumentos de viento se insiste en la descripción de los distintos tipos de respiración —diafragmática, intercostal, clavicular, completa—, haciendo hincapié en lograr mucha capacidad, que es lo que necesitan la mayoría de los instrumentos de viento.

Pero este no es el caso del oboe, puesto que debemos tomar la cantidad justa de aire. Sin exceso, pero —y esto es lo fundamental— ese aire estará siempre bien apoyado en el diafragma. Este apoyo es el que nos proporcionará la estabilidad de sonido y la facilidad de emisión que queremos. Es inútil cargar con un aire que nos sobra y que no necesitaremos ni en la más larga de las frases escritas para el oboe. Nos quedaremos sin oxígeno mucho antes de habernos vaciado.

Este el punto más importante y no siempre bien explicado: no siempre más aire es mejor

El alumno debe aprender desde el principio a inspirar correctamente y dirigir el aire hacia donde conviene, la base de los pulmones. Existen muchos ejercicios preparatorios que no es necesario explicar aquí con detalle, por ejemplo:

  • El alumno tumbado en el suelo con un pequeño peso sobre la abdomen —el estuche del oboe, por ejemplo— para que compruebe cómo al inspirar es capaz de elevarlo.
  • Sentados en una silla con las piernas separadas, unimos los codos y entrelazamos los dedos. A continuación nos agachamos y metemos la cabeza entre las rodillas. De esta manera cerramos la parte alta de los pulmones y el aire solo podrá ir a donde queremos.
  • De pie delante de une espejo, con las manos en la cintura para ver cómo se separan cuando inspiramos correctamente.

Con estos y otros ejercicios similares conseguimos que el alumno sienta el paso del aire y sea capaz de dirigir su respiración hacia donde él quiere, hasta conseguir que la respiración diafragmática sea su forma habitual de respirar, no solo cuando toca su instrumento.

La respiración como ejercicio de relajación

Este tipo de respiración está en la base de todo buen ejercicio de relajación. Cuando estamos tranquilos nuestra respiración es más pausada y profunda, y cuando estamos nerviosos se vuelve superficial y está colocada más arriba. Pero también —y esto es lo más interesante— se puede invertir el proceso causa-efecto: si nos damos cuenta de que estamos nerviosos y con la respiración agitada podemos hacer un esfuerzo consciente para volver a encontrar la sensación de apoyo en el diafragma. Con ello conseguiremos bajar las pulsaciones y reducir el nivel de tensión.water-2045469_1280

Un truco que suele funcionar cuando en plena actuación uno se encuentra cansado, nervioso o desconcentrado —cosas que a todos nos ocurren— es el siguiente: en los compases de espera previos a un solo, mientras escuchamos la introducción de la orquesta, cuando se acerca nuestra entrada, cuando la tensión puede aumentar, cuando el estrés puede hacer acto de presencia, sentémonos bien erguidos en la silla o sintamos el peso del tronco sobre la cintura si estamos tocando de pie y vaciémonos completamente de aire, focalicemos nuestra atención en la música que estamos escuchando y de la que formamos parte, hagamos una única inspiración profunda y… olvidemos todo lo demás entremos en nuestro solo como si no existiera nada más a nuestro alrededor.

Con esta respiración habremos conseguido dos cosas a la vez: controlar los nervios y tener el aire colocado de la mejor manera para tocar. Inspirando así no es necesario hacer un esfuerzo para soplar, el aire quiere salir por sí solo.

A partir de aquí todo se vuelve más fácil: basta con dejar que el aire fluya y pensar únicamente en lo que queremos hacer con nuestro instrumento, con la seguridad de que el sonido estará ahí, que se mantendrá firme hasta el final de la frase —hasta de la más larga— y sintiendo que las notas se engarzan en una línea invisible con la que podemos jugar a nuestro antojo.

El control de la respiración, saber modularla a voluntad, es fundamental para poder utilizarla como referencia cuando en una situación de estrés sea necesario tener algo a lo que aferrarnos hasta encontrar el punto de concentración que hayamos podido perder.

En un ejercicio específico de relajación estamos en las condiciones ideales y disponemos de todo el tiempo que haga falta. En ese momento podemos reconocer la sensación de paz y seguridad que la respiración nos da. Antes del concierto no dispondremos seguramente de tanto tiempo, pero si hemos trabajado la relajación adecuadamente y de forma regular podremos recuperar esa sensación con un breve ejercicio de pocos minutos. Y durante el concierto bastan pocos segundos para dirigir nuestra atención a la respiración y recuperar el control.

La base de todo está en la respiración. Sin ella no funciona el sonido, pero tampoco la afinación, ni la articulación, ni siquiera la mecánica de los dedos. Pero la ventaja que tiene es que podemos trabajar la respiración y profundizar en su dominio en cualquier momento del día.

También mientras lees este artículo.

JMR

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