El color del sonido —los diferentes timbres que se pueden obtener con un instrumento— es una de las características más personales y que mejor definen a cada instrumentista. Existen otros elementos, como su interpretación del estilo y del fraseo que permiten reconocer a quien está tocando, pero lo primero que llama la atención del espectador y que en muchos casos permite distinguir a un intérprete de todos los demás es el color de su sonido.
Para comprender mejor cómo podemos dominar el timbre de nuestro sonido merece la pena dedicar un momento a conocer de qué manera se obtiene cada nota en las distintas familias de instrumentos, y en el caso de los de viento qué es lo que diferencia a las notas de las distintas tesituras:
- Si observamos cómo se obtienen las notas en el piano es fácil observar que a cada nota corresponde una o varias cuerdas al aire que son percutidas por un macillo para producir el sonido. Son todos sonidos fundamentales —un poco más abajo explicaremos la diferencia entre un sonido fundamental y un armónico—.
- En un instrumento de cuerda se obtienen las diferentes notas acortando la longitud total de cualquiera de las cuatro cuerdas presionándolas con los dedos mientras el arco produce la vibración de la cuerda. También se trata de sonidos fundamentales —excepto los precisamente llamados armónicos, cuyo análisis queda fuera de las intenciones de este artículo—.
- La peculiaridad de los instrumentos de viento es que con una misma digitación se pueden obtener varias notas utilizando las llaves de octava o variando la presión del aire —esto último resulta aún más evidente en los instrumentos de viento metal—. Es decir, mediante esos mecanismos se puede obtener con una misma digitación un sonido fundamental y otros sonidos que se corresponden con la serie de armónicos de esta nota fundamental.
Este funcionamiento de los instrumentos de viento merece una breve explicación teórica, aunque sea de forma muy simplificada:
Cuando se toca una nota del registro grave con un instrumento de viento, al mismo tiempo que ese sonido fundamental está sonando, aunque con menor volumen, el resto de sus armónicos naturales según la serie que se muestra en el gráfico: su octava superior, una quinta más arriba, una cuarta más, una tercera, etc.
Pero no todos esos armónicos suenan simultáneamente con la misma intensidad, y la diferente presencia relativa de cada uno de ellos en los distintos instrumentos es la que les proporciona las características propias de su sonido y permite diferenciar los instrumentos entre sí.
Podemos comprobarlo observando el espectro armónico de varios instrumentos, en el que está representada la intensidad de cada uno de los armónicos que forman su sonido:
Las notas de la primera octava poseen un espectro armónico como el aquí representado, pero al utilizar una llave de octava —o más presión del aireen instrumentos como la flauta— conseguimos la nota de la octava superior eliminando el primer armónico o sonido fundamental—. El caso del clarinete es particular, puesto que al carecer el sonido fundamental de segundo armónico —como se ve en su espectro armónico—, utilizando la llave llamada portavoz se obtiene directamente el tercero.
Si en el oboe utilizamos otra llave de octava obtendremos el tercer armónico —la doceava— eliminando los dos primeros.
En el oboe es fácil de comprobar que la serie de armónicos está incluida en la nota fundamental mediante un sencillo experimento:
- Tocamos un Do grave.
- Manteniendo la nota, presionamos ligeramente con la embocadura hasta obtener un Do medio.
- Si presionamos aún más podremos conseguir un Sol agudo. Como se ve, se sigue la sucesión de notas mostrada más arriba.
El mismo efecto se puede conseguir sin modificar la embocadura y con la misma digitación abriendo el medio agujero —que en este caso funciona como una primera llave de octava— para obtener el Do medio, o la primera llave de octava para llegar al Sol
La misma sucesión de intervalos de la serie de armónicos se repite en el resto de las notas. Por ejemplo, podemos tocar un Re grave y a continuación abrir el medio agujero para tocar un Re medio —segundo armónico—, y después la segunda llave de octava para conseguir un La —tercer armónico—.
Otro experimento fácil de hacer consiste en averiguar de donde vienen las digitaciones de cada nota:
- Tocamos un Sol grave en el oboe y utilizamos la primera llave de octava para conseguir el Sol medio.
- ¿Qué ocurre si con la digitación del sol grave abrimos el medio agujero utilizándolo como llave de octava? En efecto, obtendremos el Re agudo, que es su tercer armónico.
Es cierto que la nota así obtenida queda muy alta, por eso se complementa la digitación utilizando la llave del Do grave para bajar la afinación. En la mayoría de las notas agudas se debe recurrir a llaves suplementarias para mejorar la afinación, pero con un poco de atención no es difícil averiguar cuál es la digitación principal, la de su sonido fundamental.
Una vez sabida la proveniencia de cada nota es fácil darse cuenta de que el sonido no tiene exactamente las mismas características físicas en los tres registros, por el simple hecho de que su composición en armónicos no es la misma en todos ellos, perdiendo los armónicos más graves a medida que avanzamos hacia el agudo.
El instrumentista debe buscar la manera de reducir esta diferencia buscando una mayor resonancia en las notas del registro medio y agudo que compense su relativa pobreza sonora y procurar mantener el mismo color del sonido a lo largo de toda la extensión de su instrumento.
A este trabajo dedicaremos el resto de los artículos de esta semana.
JMR