
Cada año por esta fechas insisto, tanto en este blog como en mis clases, en lo importante que es dominar la técnica básica y la forma correcta de tocar nuestro instrumento más allá del repertorio concreto que estemos tocando en un momento dado, y en que el principio del curso es la mejor época para profundizar en ello. A fin de cuentas es ese dominio del instrumento el que nos va a permitir afrontar con seguridad el estudio de cualquier obra, tanto en el momento actual como en el futuro, y en muchas ocasiones el propio repertorio —correctamente utilizado como material didáctico— no es más que una forma de trabajar esos aspectos básicos del instrumento.

Hago hincapié en lo anterior siempre que tengo ocasión, y no va a ser menos este año. Como siempre, he empezado el curso trabajando principalmente la técnica básica con todos mis alumnos, sea cual sea su nivel y edad, algo que también aplico a mí mismo. Es la mejor manera de recuperar el terreno que hayamos podido perder durante las vacaciones de verano y una buena oportunidad de realizar ajustes y mejoras en nuestra forma de tocar. Por otra parte, esta organización diferenciada del trabajo adaptándola al momento del curso y a cada uno de los alumnos es mucho más efectiva para el trabajo que realizaremos más adelante que seguir una programación estandarizada que no tenga en cuenta las necesidades particulares de cada uno de ellos.
En mi opinión, la estructura ideal de una clase — y del estudio personal — debe incluir cuatro tipos de trabajo diferenciados:
- Técnica de sonido.
- Digitación y agilidad.
- Estudios.
- Repertorio.
Pero hace tiempo que comprobé que lo más efectivo para sacar el máximo provecho del trabajo era adecuar la proporción entre estos apartados a cada momento del curso. Por ejemplo:
- A partir de abril mayo probablemente estemos preparando los exámenes y las pruebas de acceso, por lo que el estudio del repertorio y de su puesta en escena se convertirá en algo prioritario y, aunque reservemos un tiempo del estudio a la técnica, seguramente este no podrá ir mucho más allá de una buena sesión de calentamiento y de mantenimiento.
- La parte central del curso puede ser en la que podamos dedicar más tiempo a los estudios y métodos escritos para nuestro instrumento, como una forma de ganar agilidad e ir aplicando a una idea musical las nociones técnicas —no solamente mecánicas o de digitación — que hayamos estudiado previamente, sin la necesidad de superar ese tipo de dificultades directamente en las obras del repertorio, lo que podría provocar que nos desmotiváramos y dejáramos de tocar a gusto esas obras.
- Ahora que el curso acaba de empezar es precisamente el momento de recordar —no importa nuestro nivel ni el curso en el que estemos matriculados — todas las nociones de técnica básica que un poco más adelante necesitaremos para poder tocar de una forma confortable todo lo anteriormente mencionado. A fin de cuentas, el disponer de una buena técnica supone poder abordar de una forma más fácil aquello que tengamos que tocar, independientemente de nuestro nivel o de nuestras aspiraciones. Esto es aplicable tanto al solista de una gran orquesta que a un aficionado que toca en la banda de su pueblo. En ambos casos una técnica correcta y relajada les hará disfrutar de su instrumento y afrontar con confianza las dificultades que presenta.

Esto no significa que tengamos que adoptar un sistema de estudio radical que proscriba cualquier tipo de repertorio mientas el trabajo técnico no esté hecho y dominado —grave error en el que se incurre en no pocas ocasiones—, sino que es interesante incidir más en él durante estas semanas, reservando siempre algo de tiempo para ese otro tipo de trabajo —repertorio, etc.— que quizá nos resulte más motivador. Pero aún más importante es huir del error opuesto, es decir, estudiar obligatoriamente desde el principio obras o estudios para los que quizá aún no estemos preparados por el simple hecho de que están incluidos en la programación del curso y porque es la lección que toca esta semana. Si no atendemos a si realmente lo podemos hacer sin poner en riesgo nuestro avance posterior podemos provocar la aparición de problemas que de otra manera habríamos evitado.
Mi consejo: reservar, tanto en el estudio personal como en clase, un tiempo para cada uno de los cuatro tipos de trabajo, pero adaptando siempre la proporción entre ellos a las necesidades de cada momento y al momento del curso en que nos encontremos.
Ahora es el momento de analizar, revisar y profundizar en los fundamentos básicos de nuestra forma de tocar.
Ya estamos en marcha. Ánimo con el curso.
JMR
