¿En qué piensas mientras estás tocando?

En unas pocas semanas llegarán las fechas en las que la mayoría de los estudiantes tendrá la oportunidad de mostrar a los demás los frutos del trabajo realizado durante todo el curso. Puede ser en las audiciones de fin de curso, en exámenes o en recitales, pero en todos los casos será el momento de utilizar todo lo aprendido en los meses anteriores para realizar una interpretación del repertorio elegido que consiga transmitir ideas musicales  a los espectadores, y despertar en ellos las sensaciones que esa música sugiere. Han pasado ya los meses de trabajo técnico. Ahora es el momento de sacarle el mejor partido en lo que es su objetivo final: la actuación en público.

El momento de la actuación tiene muchas particularidades que deben ser tenidas en cuenta, y que lo diferencian de cualquier otro momento del estudio del instrumentista. La principal diferencia es que llegado el momento de la verdad no es posible echarse atrás, no cabe la posibilidad de pararse y corregir. Esta circunstancia puede resultar estresante, pero trabajándola con anterioridad debidamente se puede conseguir que el intérprete llegue preparado a la cita más importante del año, y rinda en ella lo más cerca posible de su máximo nivel.

Es conveniente realizar a lo largo del curso suficientes audiciones o ensayos con público que vayan habituando a tocar delante de otras personas, pero cada estudiante debe también incorporar en su rutina de estudio una preparación específica para la actuación. Para ello son muy interesantes los ejercicios de visualización que ayudan a afrontar el concierto desde una perspectiva relajada y positiva, pero también hay una serie de ejercicios prácticos que pueden hacerse con público real, o simplemente simulando el momento del concierto en una clase o en una sesión de estudio. Se puede invitar a otros compañeros o hacerlo a solas, lo más importante es que el músico recree la situación con la mayor cantidad posible de detalles.

Un posible ejercicio es este:

  • Con el repertorio bien trabajado, después de una buena sesión de calentamiento, limpiar el instrumento y dejarlo preparado como si se estuviera en el camerino de la sala del concierto.
  • Salir de la habitación. Al volver a entrar será como si se accediera al escenario.
  • Una vez de nuevo en la habitación, realizar las mismas rutinas que se van a seguir en el concierto: afinar, saludar al público, etc. y comenzar la actuación. Es muy importante no concederse favores que en la actuación no tendrían lugar, como repetir si algo sale mal, realizar comentarios o perder la compostura.
  • Una vez terminada la actuación simulada, saludar y abandonar el escenario.

Es muy importante seguir todos los pasos, incluidos los que dan inicio y final a la actuación simulada. Si se hace este ejercicio regularmente, es fácil darse cuenta de que aunque la interpretación no empiece todo lo bien que sería deseable, se dispone de un margen para ir mejorando a lo largo de la misma. También puede ocurrir que, por el contrario, una actuación brillante al principio proporcione un exceso de confianza que provoque errores más adelante. Este trabajo de continuidad en la actuación entrena también en el mantenimiento de la concentración a todo lo largo de la obra.

Una cuestión muy importante en el momento de tocar es saber orientar correctamente la atención:  es preferible concentrarse en los aspectos puramente musicales, no es el momento de pensar en aspectos técnicos que ya se han estudiado específicamente con anterioridad. Si se ha hecho correctamente, el instrumentista ya habrá automatizado los gestos musculares, de respiración, de emisión y de embocadura que le proporcionan comodidad, y le será suficiente con evocar la sensación que cada nota le proporciona, la dirección de la frase que está interpretando, la idea musical o la interrelación con los otros músicos para sentirse seguro.

Pero no hay que olvidar que la actuación es un momento que puede provocar un alto nivel de estrés, que puede manifestarse diferentes maneras:

  • Aparición de pensamientos parásitos.
  • Desconcentración.
  • Hiperconcentración.

Los pensamientos parásitos son aquellos que aparecen en el momento de tocar e interfieren con la interpretación. Son del estilo de «¿se me cortará el sonido?», «¿me equivocaré en este pasaje?», «¿tocaré afinado?» Estos pensamientos son muy difíciles de acallar, y muchas veces son ellos los que provocan la inseguridad: si se piensa en el posible error es fácil que ocurra, como es fácil tropezarse si se baja corriendo una escalera temiendo caerse. Es más sencillo bajarla instintivamente, sin pensar, como de ha hecho antes otros cientos de veces. El problema es que una vez aparecen estas ideas, es muy difícil sacarlas de la mente, porque ésta no puede permanecer en blanco. La única solución es hacer un esfuerzo de concentración y llenarla con lo que se quiere hacer, transmitir una idea musical mediante el instrumento, y no en lo que se quiere evitar, el error.

La desconcentración es un mecanismo de huida que aparece en ocasiones, cuando la mente desea escapar de ese momento que le causa estrés, y se llena de pensamientos ajenos al concierto: hacer la compra, hablar con tal o cual persona, o recordar una película vista la víspera. Al igual que el en caso anterior, se debe hacer un esfuerzo para recuperar la concentración en lo que se está haciendo, sin hacer valoraciones en el momento. Simplemente tocar.

La hiperconcentración también puede causar problemas, como cuando ocho compases de espera antes de un solo se va siguiendo la cuenta con la máxima atención, para no perderse: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez… y no se toca el solo, o, como en el ejemplo de la escalera, si se quiere controlar cada detalle, intentando vigilar lo que hace cada pierna con tanta meticulosidad que se pierde la naturalidad del movimiento y se acaba cayendo.

Los tres casos anteriores pueden causar inseguridad al intérprete en el momento del concierto, por eso es importante simular regularmente esa situación y entrenarse a hacer frente a ellos según aparezcan. La clave de todo es ser consciente de que, si se ha trabajado bien y se domina el repertorio, el momento del concierto puede ser más estresante, pero no hay ningún motivo objetivo, más allá de los provocados por lo propios nervios, que haga que no funcione lo que siempre ha funcionado en las semanas anteriores.

Por lo tanto, pensar en positivo,  concentración y confianza en lo que se quiere hacer, y no dejarse arrastrar precisamente por lo que se quiere evitar.

 

JMR

 

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