La organización del estudio diario

p1340655No siempre disponemos de todo el tiempo que quisiéramos para estudiar, y no siempre tenemos la motivación y las ganas de hacerlo aunque sepamos que es necesario para afrontar nuestros compromisos. De ahí la importancia de saber organizar bien cada sesión de trabajo, tanto en los contenidos de la misma como en su función dentro de nuestra programación general para alcanzar los objetivos fijados. En otros artículos de este blog hemos hablado de lo importante que es saber escoger unos objetivos realistas y realizar una planificación del trabajo a largo plazo que nos resulte eficaz. Hoy nos fijaremos en cómo aprovechar de la manera más eficaz cada día de estudio.

El error más habitual suele ser comenzar directamente con lo que consideramos el contenido principal de esa sesión: un pasaje difícil, la lectura de una obra nueva, o temas técnicos más generales. Al abordar estos contenidos en frío y sin una preparación previa podemos caer muy fácilmente en el desánimo al ver que no sale como debiera y que el más mínimo progreso cuesta mucho esfuerzo. Si lo primero que hacemos cada día al empezar el estudio es toparnos con un problema, es muy difícil lograr la motivación y el estado de ánimo positivo que nos permita avanzar. De ahí al círculo vicioso que lleva a la frustración solo hay un paso: al empezar el trabajo duro sin preparación el progreso se hace más difícil, al no percibir avances significativos vamos perdiendo las ganas de estudiar, lo que hace que aún cueste más progresar, lo que a su vez nos va quitando la motivación y provoca que el estudio sea menos efectivo… hasta que llega el colapso.

Cada uno debe encontrar sus propias rutinas que le hagan más llevadero el inicio del trabajo. Yo os propongo una que se puede aplicar a todos los niveles independientemente del tiempo disponible, manteniendo las distintas partes del trabajo:

  • En primer lugar es conveniente realizar algunos ejercicios de calentamiento. Especialmente interesantes me parecen los ejercicios de respiración y emisión con la caña, en los que combinamos una buena colocación de la respiración, que ayuda a relajarnos, con la emisión fácil de una o varias notas. De esta manera la embocadura va calentando y adquiriendo tono muscular mientras vamos recuperando las sensaciones del apoyo de la respiración. No es necesario hacer mucho tiempo (a no ser que querramos hacer un trabajo técnico específico, pero eso es tema de otro artículo), pero sí dedicarle unos minutos todos los días, para que la rutina vaya asentando y automatizando los mecanismos de respiración y emisión. Además, son un perfecto ejercicio de relajación para dejar atrás el estrés del día.
    • Después de esos primeros minutos podemos hacer ejercicios de sonido con el oboe: notas tenidas, notas filadas, octavas, con y sin vibrato,  para seguir calentando con el instrumento e introduciéndonos en el ambiente de estudio.
    • Lo siguiente debe ser un buen trabajo de mecánica: escalas y/o arpegios con velocidades, articulaciones y ritmos diferentes, cada uno según su nivel y aptitudes
  • Al terminar el calentamiento, pero antes de abordar el trabajo principal, es buen momento para tocar cualquier cosa que nos guste realmente. No importa que sea de otro año o de un nivel diferente al nuestro. Se trata de mejorar el ánimo disfrutando de una pieza que nos gusta y que sabemos que dominamos.
  • Ahora es el momento de hacer el trabajo específico que habíamos previsto. Nos ha costado unos minutos llegar a él, pero no es tiempo perdido. Bien al contrario, ya hemos calentado, estamos más relajados y concentrados que al principio de la sesión y hemos recordado porqué nos gusta tocar nuestro instrumento. Este trabajo puede ser de estudios, obras, repertorio orquestal o cualquier otro que hayamos decidido incluir en nuestra planificación. Lo más importante es que lo estaremos abordando con muchas más garantías de éxito. Lo ideal para un trabajo completo sería empezar por un estudio lento (los de W. Ferling son ideales a partir de Grado Profesional), seguir con estudios rápidos (Bros, Luft, Lamotte. Loyon, Gillet, hay donde elegir) y terminar con el repertorio.
  • Por último, antes de acabar la sesión, haya sido ésta más o menos positiva, es bueno volver a tocar por el placer mismo de tocar. Quizá la misma pieza de antes, o cualquier otra, pero tiene que ser algo que nos deje con buen sabor de boca y con ganas de volver a estudiar mañana.

Siguiendo este esquema hemos abarcado todos los aspectos del estudio del instrumento: hemos hecho ejercicios de relajación, de emisión, de mecánica, y estudios y obras. Además, de él podemos extraer también rutinas para antes de una actuación, porque el mismo calentamiento que nos sirve para el estudio nos ayudará igualmente a relajarnos y concentrarnos en el concierto y disfrutar al máximo de nuestra profesión.

 

JMR

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