Hoy empieza el verano, y en la mayoría de los sitios el cielo azul y la temperatura dan fe del cambio de estación. El curso en las orquestas y en los conservatorios da sus últimos coletazos y por delante se abre un panorama de varias semanas que aprovechar antes de que llegue la temporada siguiente. Pero ¿cual es la mejor manera de aprovecharlas? ¿es preferible no perder el ritmo de estudio que llevamos, o es mejor darse un respiro para recomenzar con más fuerza? ¿si paramos, podremos recuperar nuestro nivel, o habremos echado a perder el trabajo de todo el curso?
Es la propia experiencia personal la que dará a cada músico las respuestas a estas cuestiones y la que le enseñe a aprovechar mejor su tiempo. Hay músicos que necesitan, física y psicológicamente, estar a un alto nivel durante todo el año. Si no lo hacen, notan que les cuesta recuperar el tono muscular, la respiración y la facilidad de tocar que tenían, y además sienten la inseguridad de no saber cuando podrán estar tocando al nivel que desean si ceden a la tentación y se relajan. Por otro lado, hay otros, entre los que me incluyo, que necesitamos unas temporadas de ritmo más relajado en las que recuperarnos de los esfuerzos realizados, contemplar con perspectiva lo conseguido y planificar el trabajo futuro desde un punto de vista más tranquilo. Las dos posturas son igual de válidas y respetables, y es cada uno quien debe analizarse y conocerse para saber cual de las dos, y en qué medida, es la más adecuada para él.
El primero de los casos garantiza que el músico estará siempre preparado para cualquier compromiso, pero conlleva el riesgo de, al no disponer de períodos de relajación que le puedan servir de válvula de escape, la tensión se vaya acumulando hasta que se presenten problemas físicos, como sobrecargas musculares, tendinitis, etc., o problemas de estrés y tensión psicológica. Si, además, el músico no dispone de otras actividades donde descargar esa tensión, los problemas se pueden presentar con mayor facilidad. Si, por el contrario, el músico ha previsto en su planificación anual unos cuantos períodos de menor actividad instrumental, el riesgo es mucho menor. En este punto hay que hacer una puntualización: no se trata, por supuesto, de conformarse con un rendimiento mediocre, sino de administrar nuestras fuerzas para rendir al cien por cien cuando realmente lo necesitamos. El resto del tiempo podemos estar en un cómodo sesenta-ochenta por ciento de nuestro nivel (si es que existe una manera de medir tal cosa) que nos permita vivir tranquilos sabiendo que en poco tiempo podremos rendir al máximo ante cualquier compromiso.
Pero para conseguirlo no basta con dejar de tocar un día y volver a coger el instrumento después del verano como si tal cosa. El descanso es una parte muy importante del estudio, como lo es del entrenamiento deportivo, y tiene que estar bien integrado en cualquier planificación. Muchos planes de entrenamiento se basan en ciclos de tres semanas intensas seguidas de una de menor actividad, o de descanso activo, y los ciclos van relacionados entre sí para alcanzar el máximo rendimiento en la parte de la temporada en que realmente se necesita. El músico puede planificar el curso en base a los compromisos principales que va a tener para alcanzar su pico de forma físico, técnico y artístico en esas fechas. Durante el curso habrá varios de esos picos, y al final llegará el momento de evaluar los progresos y pensar en el curso siguiente. En el verano suele ser buena idea realizar algún cursillo o campamento de verano, en los que los alumnos mantienen el ritmo de estudio en una ambiente más relajado y con otros compañeros y profesores, pero también es bueno dejar unos días de completo reposo con el instrumento. Es muy difícil precisar el tiempo de descanso ideal, depende mucho de cada uno, pero es fundamental tener un sistema rápido y eficaz de recuperación para retomar la actividad: saber qué ejercicios de técnica, sonido, digitación, flexibilidad y resistencia nos funcionan mejor para estar en pocas fechas tocando con facilidad, y hacerlos con seriedad. Sobre todo los primeros días es necesario estudiar con regularidad para recuperar cuanto antes las sensaciones. También es muy importante dejar preparado y revisado todo el material antes de las vacaciones, de forma que sepamos con seguridad que nos va a responder cuando lo necesitemos. Lo demás será trabajo personal y disciplina de estudio.
Puede que alguno tenga miedo de perder la motivación al dejar de estar con su instrumento durante unos días, pero puede encontrarla en cualquier otra actividad que le guste y que en el verano es más fácil de hacer. Es el momento de ir a la playa, a la montaña, hacer planes, viajar… y después volver al estudio con las pilas cargadas y fuerzas renovadas.
Que paséis un feliz verano
JMR