En este momento de la temporada me encuentro de nuevo en un punto de inicio y como todos los comienzos, se me está haciendo duro. Pero también sé que el esfuerzo merecerá la pena.
Corrí un par de maratones el otoño pasado, luego mantuve la forma hasta navidades corriendo unos días y andando en bicicleta otros, y en enero y febrero he entrenado muy poco porque he tenido mucho trabajo (con el que he disfrutado mucho, por cierto). Como consecuencia de todo eso, y aunque no haya llegado a parar completamente, ahora me encuentro bastante por debajo de mi estado de forma ideal. Pero también pienso que este período de descanso me ha venido bien.
Faltan ocho semanas para mi próximo objetivo deportivo, el Maratón de Vitoria. Esta vez no tengo la intención de hacer ninguna marca concreta sino disfrutar y terminarlo de la mejor manera, y para eso hay que estar entrenado porque siguen siendo cuarenta y dos kilómetros que no se pueden tomar a la ligera.
Estos días estoy haciendo salidas de entre ocho y diez kilómetros, y las próximas semanas iré aumentando paulatinamente el kilometraje, hasta llegar a tiradas de veinticinco kilómetros tres semanas antes de la prueba. Es más o menos los que hago todos los años para preparar un maratón en primavera. Pero, también como todos los años, los primeros días son los más duros: la musculatura parece que no responde, da mucha más pereza salir, siempre está la tentación de dejarlo para mañana… y el ritmo de carrera deja mucho que desear: si los dos últimos maratones los corrí a una media de 4´40´´ el kilómetro, ahora a duras penas consigo hacer algunos kilómetros por debajo de cinco minutos.
Afortunadamente dispongo de una gran ayuda: mi propia experiencia. Sé que siendo constante en el entrenamiento el ritmo irá mejorando aunque no haga trabajo específico de velocidad, y que más pronto que tarde habré recuperado el fondo suficiente para disfrutar de mis recorridos de quince y veinte kilómetros. Sé que aunque esta semana el día más largo haré diez kilómetros, en pocas semanas diez kilómetros será la salida más corta de la semana. También sé que si no hay inconvenientes en forma de lesiones el diez de mayo estaré en Vitoria. Y todo eso yendo poco a poco, pero sobre todo con constancia.
La situación me recuerda al principio de curso con el oboe, o después de haber perdido la forma con el instrumento por cualquier motivo: parece que nada funciona y que mejor sería dejarlo para mañana indefinidamente… Pero, también con el oboe, es la experiencia previa la me da la confianza y los recursos y las herramientas para recuperarme técnica y musicalmente en poco tiempo.
Pero lo principal en estos momentos de volver a empezar es la constancia: saber qué camino es el más efectivo para llegar a nuestra meta y recorrerlo en su totalidad; conocer nuestras capacidades y nuestras virtudes y utilizarlas de la manera más eficiente; y no permitirnos excusas para no realizar el trabajo que teníamos programado, pero no porque nadie nos lo imponga (profesor, entrenador), sino porque sabemos que es la mejor manera de lograr nuestros objetivos. Siempre podremos hacer adaptaciones en nuestro plan (¿quien no tiene un mal día?), pero sin perder de vista nuestro objetivo ni el recorrido que hemos planificado.
Soy consciente de que el esfuerzo y la constancia en el trabajo no son valores de moda en la sociedad actual, pero no hay varitas mágicas, y es un hecho que nadie nos va a regalar nada que no nos hayamos ganado, y son la regularidad en el estudio y el tesón que cada uno le ponga los que nos harán avanzar.
No quiero que me malinterpretéis, no se trata de ser unos adictos al trabajo ni de estar esclavizados por el deporte, sino de ser responsables y encontrarle el punto de vista positivo. Estoy seguro de que si uno sabe porqué se está esforzando y confía en obtener resultados se le quita la carga negativa al trabajo y se convierte en algo estimulante. Algo en principio tan aburrido como las notas tenidas puede ser un excelente ejercicio de relajación, algo en principio tan duro como un entrenamiento en cuesta te puede llevar un día cualquiera a paisajes donde de otra manera no estarías. A cuanquier tarea le podemos encontrar un lado agradable.
Hoy tocaba día de descanso. Mañana, diez kilómetros.
Y si llueve, me mojaré.
JMR