Es muy posible que llegue un momento en el que se detecte un exceso de tensión en la embocadura, a pesar de la atención que se ponga en evitarlo. Puede ser debido a una técnica insegura y aún no bien establecida, a pequeñas imperfecciones no detectadas en un principio que han podido ir incrementándose con el paso del tiempo o a al nerviosismo en el momento de tocar.
Todo lo anterior a menudo provoca que de forma inconsciente se pretenda controlar la emisión únicamente con la embocadura y sujetando la caña de forma inadecuada. Por ejemplo, en lugar de colocar las notas agudas enviando el aire con la presión correcta, se pretende asegurar ese registro apretando la caña —con lo que aumenta la presión y la velocidad del aire, pero el sonido se estrecha y pierde proyección—, o también puede ser que la tensión acumulada a causa de los nervios haga que el oboísta se aferre a la caña como su única tabla de salvación.
Si no se corrigen a tiempo, ejemplos como los anteriores pueden conducir a un callejón sin salida que impida cualquier avance con el instrumento. Es fácil caer en el círculo vicioso que se crea al tener un exceso de tensión, que produce un peor sonido que a su vez aumenta la tensión que repercute en el sonido, y así indefinidamente.
Es necesario romper ese círculo en algún punto, empezando por la embocadura.
Es un trabajo que puede no resultar sencillo, como me ha enseñado mi propia experiencia.
Cuando era estudiante —a los dieciséis o diecisiete años—, tenía una buena lectura, no tenía problemas de dedos y musicalmente me desenvolvía bien, pero mi punto débil durante una larga temporada fue el control del sonido. Ocurrió en esa edad en la que ya se es consciente de qué suena bien y qué no tanto, y a todos nos espanta que el oboe suene a gaita.
Como suele ocurrir, caí en el error de empezar a utilizar cañas cada vez más duras, que me proporcionaban un sonido aparentemente mejor pero me obligaban a sujetar más con la embocadura de forma inconsciente. Como resultado, mi sonido se iba estrechando, me iba cargando de tensión y tenía cada vez más problemas de afinación .
Cuando trabajaba con mi profesor este problema que se había presentado de repente se me hacía muy difícil aflojar la embocadura porque me parecía que el sonido resultante estaba demasiado abierto y que no era capaz de controlarlo, lo que provocaba que como reflejo volviera a sujetar en exceso.
Un poco más adelante fui consciente de que si no conseguía relajar esa tensión no podría avanzar con el oboe. Cuando me dí cuenta del problema real y de sus causas empecé un trabajo sistemático de la embocadura, a la vez que un estudio concienzudo de la emisión. Con la adecuada combinación de ambos tipos de trabajo conseguí mejorar en poco tiempo.
Esa experiencia me ha llevado muchos años más tarde a escribir estos artículos. Seguramente el haber tenido esos problemas hace tiempo y haberlos sabido solucionar hagan que me guste tanto trabajar, con conocimiento de causa, todo el mecanismo de emisión en el oboe y la técnica de base.
Ejercicios
A continuación se propone una serie de ejercicios que puede ser conveniente practicar cuando se detecta un exceso de tensión en la embocadura:
- En una postura cómoda —mejor sentados— tocar una nota tenida en una tesitura cómoda, con la embocadura habitual. La nota debe mantenerse estable en toda su duración.
- Repetir esa misma nota pero variando lentamente la presión sobre la caña, primero apretando y luego aflojando, como en el ejercicio número cinco del artículo anterior, siempre cuidando de que el sonido no se corte. La afinación de la nota subirá y bajará según cambie la embocadura, pero lo principal es que se perciba la flexibilidad que se tiene en los labios y en los músculos faciales, que no son algo fijo y que se pueden mover a voluntad.
- En una nueva repetición del ejercicio anterior, detenerse en el punto en que se considera que la nota tiene un mejor timbre, sale fluida, limpia y rica en armónicos. Puede ocurrir que no esté afinada —seguramente estará algo baja—, pero eso se solucionará en el ejercicio siguiente.
- Si se está trabajando para eliminar tensión de la embocadura, seguramente la nota con el sonido ideal se habrá encontrado en una posición un poco más abierta, con lo que habrá quedado algo baja. Es el momento de aplicar lo estudiado en los ejercicios de emisión, comprimiendo el aire un poco más —recuérdense los ejercicios con O-E-I-E-O— que ganará velocidad y se conseguirá afinar la nota. Sobre todo se debe evitar la tentación de volver a apretar con la embocadura. Con la combinación justa entre control de la embocadura y del mecanismo de emisión se conseguirá tocar afinado y con la mejor calidad de sonido.
Es mejor empezar estos ejercicios con notas de emisión fácil, pero poco a poco se deben practicar en toda la extensión del instrumento hasta encontrar la colocación ideal de cada nota en cualquier registro y con cualquier intensidad.
En el artículo de hoy se ha explicado cómo solucionar posibles problemas, en el siguiente se hablará de cómo utilizar la embocadura para obtener con seguridad diferentes colores en el sonido.
JMR