Una vez hayamos raspado nuestra caña siguiendo los pasos descritos en el artículo de ayer es muy probable que precise una serie de retoques repitiendo uno u otro de los tres pasos en él descritos. Puede que los necesite en ese mismo momento porque no cumpla alguno de los requisitos mínimos que establecimos, pero también es posible que por el momento podamos tocar con ella y que al cabo de un par de días haya evolucionado, se haya endurecido y sea entonces cuando necesitemos retocarla.
Como ya dijimos, una caña no suena necesariamente mejor por ser bonita, pero si tiene su forma bien definida cualquier retoque será más fácil porque podremos ver más claramente sobre cuál de sus partes debemos trabajar. Por eso, el primer paso antes de efectuar cualquier corrección debería ser intentar dar a la caña una forma lo más aproximada posible al modelo establecido.
Recordemos las tres partes fundamentales de la caña:
- Una punta fina —de un milímetro de longitud aproximadamente— que permita asegurar los ataques.
- Unas esquinas en forma de triángulo o semicírculo para facilitar la vibración.
- Una zona central más densa, longitudinal de arriba a abajo de la caña, que sirva de soporte y dé estabilidad al sonido.

Recordemos también los tres pasos fundamentales del raspado. La mayoría de las correcciones que hagamos a continuación serán mediante combinaciones de estos:
- Raspado longitudinal de la caña, de atrás a adelante.
- Raspado de las dos esquinas.
- Terminación de la punta.

El resultado final de una caña depende más de la proporción entre las tres partes en que hemos dividido el raspado que de la cantidad de madera que hemos quitado. Una caña con más madera pero bien proporcionada puede ser más fácil de tocar que una más raspada pero con una forma incorrecta. La clave está en encontrar las proporciones de raspado que le convienen a cada uno.
Antes de proceder a modificar una caña debemos reconocer cuáles son los síntomas que presenta y de qué manera se pueden corregir. A continuación describiremos los problemas que habituales que puede presentar una caña —ya sea nueva o causados por su evolución en el tiempo—. Puede que la caña solo muestre uno de ellos o una combinación de varios. Como es lógico no es posible enumerar todas la posibles combinaciones, pero intentaremos ofrecer una posible solución para cada uno, aunque siempre serán el sentido común y la experiencia del oboísta los que le sugieran cuál es el más oportuno.
La caña está demasiado dura
La caña es estable y tiene buen sonido, pero requiere mucho esfuerzo. Quizá en un primer momento puede parecer terminada, pero al cabo de unos minutos nos obliga a apretar y a forzar nuestra forma de tocar. Seguramente aún tenga demasiada madera y normalmente basta con raspar un poco más más por todo, repitiendo cada uno los tres pasos y, si no presenta otros problemas, manteniendo la proporción entre las tres partes.
La caña está demasiado blanda
Nuestra caña suena muy fácilmente pero sus sonido es inestable. Seguramente nos obligará a apretar con la embocadura para controlarla y sus sonido será bastante estridente. Suele ser señal de que está demasiado raspada.
Una posible solución consiste en cortar un poco más la punta —entre medio y un milímetro—, de forma que quitamos la parte más raspada de la caña. Tras el corte suele ser necesario repasar la punta, que se habrá quedado con un borde muy marcado.

La caña no vibra
Cuando probamos la caña, primero podemos tocar una nota para verificar que suena. Lo haremos con una embocadura normal, pero a continuación, para comprobar que vibra adecuadamente introduciremos en la boca toda la parte raspada de la pala, para intentar producir un sonido característico —hay quien lo define como ronquido o crujido— que se trata en realidad un multifónico. Este es un sonido compuesto formado por la combinación de las frecuencias de varias notas sonando simultáneamente y nos permite saber si vibra la caña con facilidad en todos los registros. Dentro de este sonido deberíamos poder apreciar tanto notas agudas como graves.
Si no conseguimos producir este sonido puede ocurrir que la caña aún esté poco raspada y aún no vibre lo suficiente. En este caso suele ser suficiente con volver a insistir en los tres pasos citados anteriormente.
Si el sonido producido es demasiado agudo —con pocos armónicos graves—la caña tendrá problemas para facilitarnos las notas más bajas. Podemos insistir en el inicio de los dos canales laterales —donde se forma la W— de esta forma favorecemos la producción de los armónicos graves. También podemos facilitar la vibración raspando un poco más de las dos esquinas que del resto.
Si estamos utilizando un material muy duro podemos hacer un par de pasadas muy suaves sobre el eje longitudinal de la caña que separa los dos canales laterales. Aunque suponga salirnos de la norma general de los tres pasos puede ser la solución en determinada circunstancias.
Problemas de abertura de la caña
La falta de vibración puede estar causada por una caña demasiado cerrada. En este caso el registro agudo saldrá con facilidad, aunque probablemente estará algo alto de afinación, pero tendremos muchos problemas en el grave. Este es uno de los varios problemas que pueden se debidos a una incorrecta abertura de la caña, que iremos describiendo un poco más adelante.
La abertura de la caña se puede corregir de dos maneras:
- Poniendo un alambre a la caña. De esta forma mantenemos las palas en su sitio y podemos presionar directamente sobre el alambre en uno u otro sentido para abrir o cerrar la caña.

- Presionando suavemente con un alicate sobre el tudel a unos tres milímetros antes del final de hilo. Hay oboístas a los que no les gusta este procedimiento porque supone deformar el tudel, pero si más adelante queremos reutilizarlo para hacer otra caña basta con insertarlo en el tudelero para que recupere su forma original. De todas formas, también se puede hacer esta corrección mientras tenemos el tudel introducido en el tudelero para que la deformación sea mínima.
- Si lo hacemos en paralelo a las palas conseguiremos abrir la caña.
- Al apretar en sentido perpendicular a las palas cerraremos la caña.


Problemas de sonido
La caña tiene un sonido muy estridente
Aunque suena fácil y vibra bien, el sonido que nos da la caña es demasiado abierto y cuesta mucho controlarlo —sonido de gaita, como algunos lo definen—.
Este problema puede ser debido a dos causas:
- La punta es demasiado larga. Recordemos que el raspado de la punta de lado a lado debería tener una longitud de aproximadamente un milímetro. Si es más, basta con cortar el exceso y volver a raspar un poco la punta —lo justo para redondear el borde creado por el corte—.
- Puede que, en proporción, la parte de atrás de la caña esté más raspada que la punta. De ser así, el aire extra que necesitamos para conseguir que vibre la punta hace que la parte trasera vibre en exceso, lo que produce ese sonido tan estridente. Raspando un poco de las esquinas y de la punta nos acercaremos a las proporciones ideales de la caña y oscureceremos el sonido. Así obtendremos una caña más suave pero con un sonido más redondeado.
No siempre una caña más dura proporciona un sonido más redondeado que una más suave. Como siempre, es una cuestión de proporciones.
La caña suena muy oscura, muy sorda
Al contrario que en el caso anterior, seguramente habremos raspado demasiado de la punta en proporción con el resto de la caña. Nos da un sonido redondeado pero con muy poca flexibilidad. Probablemente tampoco produzca el multifónico mencionado más arriba y esté baja de afinación.
Lo solucionaremos raspando más de atrás a adelante, como en el paso uno, hasta recuperar el equilibrio en el raspado.

Problemas de afinación
El sonido que queda alto
Puede que nuestro raspado sea demasiado corto —recordemos que debe ser de unos diez milímetros una vez hemos cortado la caña—. Podemos alargarlo llevando hacia atrás los dos canales laterales.
También puede ser debido a que hayamos montado la caña demasiado corta. Aunque la longitud que hemos propuesto es de 73 milímetros con la caña ya cortada, esta puede variar según las necesidades del oboísta y el instrumento empleado.
Por último, puede ser que la caña esté muy cerrada o muy dura. En ambos casos la afinación tiende a subir. Se puede corregir en gran medida siguiendo los consejos propuestos más arriba para ambos casos.
El sonido se queda bajo
Es el reverso del caso anterior. Si el raspado o el montaje de la caña son demasiado largos, o está demasiado blanda, podemos cortar la punta en la medida que necesitemos, cuidando de volver a rasparla después para eliminar el borde duro que el corte haya dejado.
Si vemos que la caña está demasiado abierta, lo que suele bajar la afinación, podemos retocar su abertura con un alambre o actuando sobre el tudel de la forma que ya hemos explicado
En el artículo de mañana describiremos algunos otros problemas que una caña puede presentar y daremos algunos consejos de mantenimiento.
JMR