Ya solo falta la recta final de este curso que hasta prácticamente ayer parecía que no había hecho más que empezar. Acabamos de volver de las vacaciones de Semana Santa y tras este par de días de pereza al comienzo del trimestre es hora de recuperar el ritmo y sacar partido a los esfuerzos que hemos tenido que realizar durante todos estos meses. Ya no es momento de estudiar lo que no hicimos antes e intentar recuperar el tiempo perdido. Es poco lo que podemos trabajar para mejorar ahora que solo quedan un par de meses; el trabajo de base lo hemos tenido que ir haciendo desde septiembre y ahora es el momento de mostrarlo con la mayor eficacia posible. Si la planificación ha sido buena y el estudio responsable, solo nos queda disfrutar de lo aprendido y compartirlo con los demás.
Podemos dividir el trabajo durante el curso en tres fases, en cada una de las cuales varía la proporción de cada tipo de estudio. En una primera, durante el primer trimestre, trabajamos sobre todo la técnica, profundizando y asentando lo aprendido en cursos anteriores y adquiriendo nuevas destrezas y los automatismos que luego nos ayudarán a tocar el oboe con comodidad. Es el tiempo de las notas tenidas, las octavas, el vibrato, las escalas y los estudios, aunque sin olvidar hacer algo de repertorio para no perder la motivación. Es el equivalente al trabajo que hace un corredor después de un período de poca actividad: salidas cortas a ritmo suave que poco a poco se van alargando para ir cogiendo fondo, acompañadas de ejercicios de gimnasio, o de cuestas o escaleras, para fortalecer la musculatura. También ayuda a la motivación hacer alguna carrera, aunque ésta no sea nuestro objetivo principal, o algún recorrido diferente al habitual.
En una segunda fase seguimos trabajando la técnica (nunca la dejaremos de lado a lo largo del curso), pero cada vez adquirirá mayor importancia el repertorio, que es donde plasmaremos el trabajo teórico realizado. Es el momento de leer nuevo repertorio, adecuado a nuestras posibilidades o a las exigencias profesionales o como estudiantes, explorar nuevas obras e ir perfilando lo que será el fin de curso. Como el corredor que ya ha recuperado la forma, ha hecho varias carreras como preparación, conoce como se encuentra realmente y va eligiendo los objetivos importantes de la temporada según su forma física, facultades y edad.
En la tercera fase, la que ahora empieza, el trabajo técnico pasa a ser de mantenimiento, y nuestro esfuerzo se centra en el repertorio que hemos escogido. Es la hora de la realización y la plasmación de nuestro trabajo en resultados. No es buen momento para hacer grandes cambios técnicos ni para recuperar el tiempo perdido. Es difícil que cualquier innovación la asimilemos tan rápidamente que no interfiera con la preparación del repertorio que necesitamos tocar, todo cambio necesita de un período de adaptación para aprovechar los beneficios que nos pueda proporcionar y seguir tocando con naturalidad. En este momento se trata de aprovechar todos los recursos de los que disponemos de la forma más eficiente posible, aprovechando nuestra virtudes y disimulando de forma inteligente nuestros, por ahora, puntos débiles, de forma que el espectador (el público, el profesor, un jurado) pueda apreciar una actuación coherente y con dominio del instrumento. Para no aburrirnos tocando siempre lo mismo podemos trabajar otras obras del mismo estilo, o preparar algún estudio que cubra las necesidades específicas de las obras que tenemos que tocar, porque es importante mantener en todo momento la motivación. Ahora es también el momento de aprovechar ese otro trabajo al que no siempre se le da la debida importancia: la preparación mental para la actuación. No importa qué tipo de actuación sea, ni la importancia objetiva de la misma. Cualquier presentación ante el público puede causarnos un nivel de ansiedad al que debemos saber hacer frente. Por eso son útiles los ejercicios de relajación y visualización que nos preparan para ello. Si hemos adquirido el hábito de hacerlos con regularidad, ahora dispondremos de una herramienta eficaz para rendir a nuestro mejor nivel y disfrutar de la actuación. Para un deportista es el momento de afrontar la competición para la que se ha estado preparando, el objetivo de la temporada. El trabajo de fuerza, fondo y series de velocidad ya está hecho. Solo falta cuidar el descanso, la alimentación y la motivación. Aquí también es útil visualizar la carrera: cómo es el recorrido, a qué ritmo se va a empezar y cómo se va a continuar, con qué grupo se va a correr, qué tiempo hará… porque antes de correr un maratón surgen las mismas dudas que antes de un concierto: ¿me he preparado lo suficiente? ¿el material es el adecuado?, etc. Imaginar desde un actitud positiva lo que va a ocurrir no sustituye al trabajo físico, pero ayuda a mejorar la confianza y a abordar el reto con garantías.
El domingo que viene correré mi primer maratón por caminos de tierra. Será diferente a todos los demás que he corrido por asfalto. Es una novedad que me ha ayudado a mantener la ilusión por correr una temporada más. He visto el recorrido, tengo el alojamiento reservado, ya he escogido el material y he mirado el pronóstico y parece que hará buen tiempo para correr: nubes y claros y quizá algo de lluvia fina.
Ya lo estoy viendo.
JMR