Momento de hacer balance

Aralar6…y casi sin darnos cuenta estamos a mediados de junio. La mayoría de vosotros ya habrá pasado sus exámenes y todos, alumnos y profesores estamos pensando en las inminentes vacaciones: si vamos a hacer algún viaje, o a asistir a un cursillo, o simplemente disfrutar del ocio y del buen tiempo. Ahora, justo después de la vorágine de los exámenes y conciertos de fin de curso, pero antes de meternos de lleno en el parón veraniego y empezar a recargar las pilas, es el momento de analizar el curso que termina y hacer balance de lo que hemos hecho, qué hemos logrado y qué nos queda por mejorar, para empezar desde ahora con una planificación más o menos detallada del curso que viene.
 
Como todo el mundo, durante el curso habremos tenido momentos mejores y peores, y puede que que todos nuestros objetivos iniciales no se hayan cumplido plenamente, pero en este balance debemos valorar lo más objetivamente posible el conjunto de nuestra actividad y, como comentábamos en el anterior artículo de este blog, no limitarnos a ver la parte vacía de la botella. Seguro que en el camino algo habremos aprendido, aunque no hayamos llegado a todas nuestras metas, y es ese aprendizaje y esa experiencia lo que nos queda para el futuro. Incluso si hemos fracasado en alguno de nuestros proyectos, si encontramos la causa de ese fracaso sabremos encontrar una estrategia para no tropezar dos veces en la misma piedra. Pero hay que hacer un trabajo activo de análisis, y no limitarse a lamentar nuestra mala suerte.
 
Toda reflexión que hagamos sobre nuestros resultados debemos abordarla en un sentido positivo, buscando una evolución. Si algo nos va bien y sabemos porqué, profundicemos en ello para avanzar más rápido; si algo no nos ha funcionado, repensemos nuestra estrategia; y si el objetivo que nos marcamos hace un año sigue estando igual de lejano, quizá sea porque no es el más adecuado para nosotros y debamos plantearnos una reflexión más en profundidad. Pero todo debe partir de una reflexión serena, individual o con el apoyo de los profesores, para encontrar el mejor camino para que cada persona siga adelante según sus aptitudes e intereses.
 
El análisis de lo que no nos ha funcionado debe ser lo más preciso posible, y circunscrito al ámbito de actividad más próximo. De nada sirven afirmaciones generales, y casi siempre autodestructivas del tipo “soy un desastre”, “siempre desafino”, “nunca toco a gusto”, “todo el mundo sabe donde voy a fallar”, “los demás lo hacen mejor” y otras similares. Porque ¿de verdad lo haces todo, todo mal? ¿En serio desafinas siempre, siempre? ¿Cada vez que tocas, sufres? ¿de verdad sabes leer la mente de los demás? ¿qué te importa cómo lo hacen los demás? (seguramente se sentirán con respecto a ti como tú con respecto a ellos) . Es mucho más constructivo, después de una primera impresión más bien instintiva, hacer un ejercicio de objetividad y replantearse las afirmaciones anteriores y, sin mentirnos a nosotros mismos, reelaborarlas quitando las partículas negativas y las generalizaciones absurdas, por ejemplo de esta manera: “hay aspectos de mi actividad (tocar o cualquier otra) que podría mejorar (y me planteo cómo hacerlo, además de darme cuenta de que puedo hacerlo)”, “aunque en el registro grave y medio toco afinado, debo mejorar en el agudo (y seguramente harás más ejercicios de sonido en este registro)”, “disfruto con mi instrumento, pero debo trabajar mejor mi preparación para tocar en público”, “soy consciente de en qué debo mejorar y me concentro en ello, pero los demás no tienen forma de percibir mis inseguridades” o “sigo evolucionando por mi mismo y a mi ritmo, sin importarme el camino que sigan los demás».
 
Ya veis que de esta manera junto con la percepción de lo que queremos mejorar se van perfilando soluciones, que desarrollaremos hasta que formen el plan de estudio y la estrategia de mejora para el curso que viene.
 
Este tipo de reflexión la podemos aplicar a nuestro estudio y a cualquier otra faceta de nuestra vida.
 
 
Puestos a hacer balance, en mi caso, ha sido un curso muy interesante, en el que he compaginado mi trabajo en el Conservatorio Superior de Música de Navarra con conciertos y algunas actividades nuevas, como este blog o las charlas. Otros proyectos han quedado para un poco más adelante. Mis alumnos han ido consiguiendo sus objetivos y estoy contento con todos ellos. Aprovecho estas líneas para felicitarles por su trabajo. También he seguido con mi actividad deportiva, de forma que a lo largo del curso siempre he tenido una actividad que me ha mantenido motivado: a veces volcado con la música y, en temporadas de menos trabajo, entrenando con más intensidad. He corrido tres maratones, como otros años, y, aunque los tiempos logrados han sido un poco peores que los del año pasado, no me preocupa porque si pongo en la balanza esas marcas y el tiempo que he podido emplear en el entrenamiento, me doy cuenta de que es como para estar satisfecho.
 
En el verano, después de algunos conciertos en julio, me tomaré unas semanas de descanso con el oboe. Lo necesito física y mentalmente, y no me preocupa parar, porque sé cómo recuperarme para estar motivado y plenamente en forma en el mes de septiembre. En cuanto a correr, es ahora en junio cuando estoy descansando, porque tengo mucho trabajo. En julio empezaré suavemente, a correr y a andar en bicicleta, para intentar encontrar el primer pico de forma a finales de septiembre, con el objetivo de correr el maratón de Zaragoza (que además coincide con el congreso de la Asociación de Fagotistas y Oboístas Españoles), y después el maratón de San Sebastián, y después…
 
 
Os deseo unas felices vacaciones y que disfrutéis del merecido descanso.
 
 
 
JMR

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